Guía de alimentación para la dermatitis atópica

Cuando aparece una enfermedad en la piel, de forma casi intuitiva tendemos a pensar que la alimentación adecuada podría mejorarla e incluso curarla.

Esta idea quizá se deba a que las reacciones alérgicas y las intoxicaciones se manifiestan rápidamente en la piel, y relacionamos cualquier alteración de esta con lo que ingerimos.

En el caso de la DA (dermatitis atópica), si bien es cierto que no hay una dieta milagrosa que la cure, cuidar lo que comemos y lo que no marcará la diferencia y hará la enfermedad más soportable.

Guía alimentación piel atópica

Una pincelada sobre la dermatitis atópica

La DA es una enfermedad de la piel que suele manifestarse en los primeros meses o los primeros años de vida, aunque puede aparecer en cualquier individuo a cualquier edad.

No se conocen sus causas,  pero se sabe que la genética, la herencia y el entorno juegan un papel predominante en la aparición de la enfermedad, si bien la tendencia genética no supone, necesariamente, en desarrollo de esta.

En la mayoría de los casos el pronóstico es bueno y, en un porcentaje muy alto, desaparece entre la adolescencia y la edad adulta.

La piel seca y quebradiza, irritada, enrojecida, inflamada, engrosada, supurante y con mucho picor, componen el cuadro de los principales síntomas, que se suelen dar por brotes, con períodos intermedios en los que parece que la enfermedad ha remitido completamente.

No se conoce cura hoy en día, así que los tratamientos convencionales buscan eliminar o paliar la sintomatología y reducir el número y la intensidad de los brotes.

Existe una gran cantidad de medidas que puedes tomar para mejorar la piel atópica y la calidad de vida de quienes tienen que coexistir con ella,

Es importante mantener la piel limpia e hidratada  a todas horas (aquí encontrarás Las mejores cremas para la dermatitis atópica), también en las épocas en que no hay problemas aparentes de DA, así como tener un plan de choque, coordinado con el médico, para atajar los brotes en cuanto se presenten.

La importancia de la dieta para la piel atópica

Sigue habiendo muchas discusiones, algunas realmente acaloradas, sobre si un cambio de dieta tiene la capacidad de mejorar nuestra salud, sobre todo cuando ya hay una enfermedad presente.

«El hombre es lo que come», escribió en 1850 el filósofo y antropólogo alemán Ludwig Feuerbach en su «Enseñanza de la alimentación», lo que dio lugar a la extendidísima expresión «somos lo que comemos«.

Hipócrates, considerado el padre de la medicina, decía: «Sea el alimento tu medicina, y la medicina tu alimento».

Negar la importancia de la alimentación en la salud sería negar lo evidente.

Lo que no está todavía claro es hasta qué punto la alimentación puede enfermar o curar y, por lo tanto, hasta qué punto debería ser tenida en cuenta y modificada a la hora de afrontar una enfermedad o para mantener la salud.

En múltiples culturas, religiones, sistemas de creencias y prácticas espirituales, la comida juega un papel relevante, con alimentos prohibidos y otros que adquieren, a veces, el rango de sagrados.

Lo cierto es que nunca antes hemos estado tan expuestos a la enorme cantidad y variedad de alimentos que tenemos a nuestro alcance en los países desarrollados.

Este fenómeno es posible gracias a la producción industrial de materias primas,  tanto de origen vegetal como animal (granjas y piscifactorías), en la que se ha favorecido la cantidad, en detrimento de la calidad. Y cuando hablamos de calidad, no nos referimos única ni principalmente a que los alimentos ya «no sepan como antes», sino a que se han aplicado sistemas que, a medio plazo, parecen estar produciendo efectos indeseados y más o menos permanentes en la salud de la población y que, en algunos casos, han llegado a ponerla en situaciones de alto riesgo: la aplicación indiscriminada de pesticidas y herbicidas en los cultivos, o el suministro sistemático de hormonas y antibióticos al ganado, son ejemplos palmarios.

Si a esto añadimos que la industria de alimentos procesados no deja de crecer, y que los aditivos de todo tipo se han incorporado a nuestra dieta, sin que seamos conscientes de ello, podemos afirmar que nunca antes habíamos estado expuestos a la alimentación que consideramos normal hoy en día, pero que está muy alejada de lo que hemos comido hasta hace menos de 100 años, muy alejada de una dieta basada en productos naturales, frescos y locales.

Por lo tanto, no es exagerado ratificar que no sabemos bien lo que estamos haciendo, puesto que no llevamos haciéndolo el tiempo suficiente como para deducir datos fiables, y todavía ignoramos todas las consecuencias que nuestros nuevos hábitos pueden tener, aunque muchas son ya evidentes y están produciendo problemas crónicos de salud muy extendidos, que suponen pérdida de vidas y grandes gastos sanitarios: la obesidad, presente desde la infancia cada vez en más individuos, y las patologías derivadas de ella, como la diabetes o las enfermedades coronarias, son solo una muestra.

La tendencia, cada vez más marcada, a volver a consumir alimentos básicos y frescos, el continuo incremento de la oferta y la demanda de productos bio y eco, la exigencia de la vuelta a los alimentos de cercanía, el incremento del número de personas que optan por dietas vegetarianas o veganas… son todos indicios de que se está produciendo un reajuste en los hábitos alimenticios y en la forma en que nos relacionamos con la comida.

Patologías como la dermatitis atópica están en alarmante y franco crecimiento en los países industrializados y en las zonas urbanas: la falta de aire limpio, de contacto con el campo y los animales, la contaminación, el exceso de higiene y de productos químicos, parecen estar en la base de este incremento.

Por otro lado, la alimentación, digamos, «desnaturalizada» se relaciona cada vez más con diversas enfermedades, y las pruebas son tan abundantes -tanto derivadas de estudios rigurosos, como las aportadas por incontables personas, que dan fe de la mejoría en su vida y en sus enfermedades, derivada de los cambios de dieta- que no podemos pretender que lo que comemos no afecta de forma directa a nuestra salud y nuestras posibilidades de vivir más y mejor.

Ya hemos dicho que no existe una dieta que cure la dermatitis atópica, pero incorporar ajustes y cambios y poner conciencia en lo que se come, supone grandes mejoras, en algunos casos espectaculares, para los afectados por la DA.

La piel es nuestro mayor órgano: a través de ella eliminamos toxinas y participa en la regulación de funciones importantes del  organismo. Esto hace que muchas enfermedades se manifiesten claramente a través de ella. Es otro de los sistemas de alarma con que cuenta nuestro cuerpo para hacer notar los desajustes internos.

Como ya hemos dicho, la o las causas primeras que originan la DA no están todavía claras, pero, dado que nuestro cuerpo es un todo sutilmente interrelacionado, parece lógico pensar que podemos utilizar nuestros hábitos alimenticios como un aliado más de nuestra salud y bienestar.

Lo que no puedes esperar de la dieta

Alimentación sana para piel atópica

La DA, incluso en casos leves, puede producir un continuo picor: si las lesiones están muy extendidas, supone una tortura cotidiana para muchos afectados, e influye drásticamente en su día a día y en su estado de ánimo, pudiendo llevarles al aislamiento social y a estados depresivos.

Todo este cuadro hace que, ante una posible solución «milagrosa», estén dispuestos a probar lo que sea.

Por eso es importante poner sentido común y saber que la dieta por sí misma no va a curarte y, cuando supone una mejora notable, el efecto no es inmediato y es imprescindible mantenerla si se aspira a que sus beneficios permanezcan y se asienten.

Así pues, no esperes de tu dieta:

  • Que te cure definitivamente.
  • Que te mejore de un día para otro.
  • Que te permita volver a hábitos alimenticios poco sanos sin consecuencias.

La alimentación en bebés y niños con DA

La mejor alimentación para cualquier bebé es la lactancia materna, y los bebés con piel atópica se benefician extraordinariamente de esta:

  • Cuanto más dure, mejor,: lo ideal es un mínimo de 4 a 6 meses.
  • Puede mantenerse cuando se van introduciendo los alimentos semisólidos y sólidos.
  • Tanto el calostro como la leche materna aportan defensas, que formarán parte de la base del sistema autoinmune del niño.
  • Está demostrado que reduce las posibilidades de desarrollar DA y atenúa notablemente sus síntomas.
  • Algunos estudios muestran una mejoría importante en la piel de bebés atópicos cuando se les aplica leche materna sobre la piel, en lugar de corticoides.
  • La leche de vaca está muy asociada a la aparición de dermatitis atópica en lactantes y niños, así que es bueno retrasar su introducción cuando sea posible.
  • A veces, un lactante atópico mejora si la madre adopta una dieta favorable para pieles atópicas.

La introducción de papillas y alimentos debe estar orquestada por el pediatra y/o la matrona, a quienes informarás de cualquier posible indicio de reacciones alérgicas o intolerancias en tu hijo.

Cada vez hay más productos para bebés hechos con leche de cabra, mucho más compatible con nuestro organismo y que no suele dar problemas de tipo alérgico (de todas formas, haz una prueba siempre).

Si sospechas de problemas con algún alimento o grupo de alimentos, retíralos de la dieta de tu hijo y coméntalo con el pediatra, que hará las pruebas necesarias y te dirá qué medida tomar.

No elimines alimentos de la dieta de tus hijos sin motivos fundados (alimento es todo aquello que alimenta: los dulces, chuches y demás no entran en esta categoría).

Las alergias e intolerancias en niños muchas veces remiten, así que hay que ir haciendo comprobaciones cada cierto tiempo: el alergólogo te marcará las pautas.

Tanto para bebés como para niños, si no hay alergias o intolerancias comprobadas, la alimentación ha de ser variada, sana y equilibrada.

Como pauta general, sigue las recomendaciones que encontrarás más adelante sobre alimentos a evitar y alimentos a tener en cuenta.

En La dermatitis atópica en bebés: causas, síntomas, tratamientos y cuidados puedes encontrar más información sobre la DA en bebés.

La mejor dieta para la piel atópica

Alimentos para piel atópica.

La mejor dieta para la piel atópica no existe, como no existen dos enfermos en los que la DA se manifieste exactamente de la misma forma y con la misma intensidad.

En cualquier caso, la primera recomendación es usar el sentido común y hacer una dieta variada y sana.

Sí hay normas generales a seguir. Las dietas concretas tendrán que adaptarse a cada individuo y sus características particulares.

  • Bebe agua, infusiones y zumos naturales.
  • En principio se debe comer de todo: verduras, frutas, pescado y carne.
  • Cuanto menos cocinados estén los alimentos, mejor. Por lo tanto, elige la plancha, el horno y la cocción al vapor siempre que puedas.
  • No hagas comidas demasiado copiosas y pesadas.
  • Mejor los productos frescos que los congelados.
  • Suprime de tu vida la comida rápida y los platos precocinados.
  • Elimina o reduce al máximo los fritos y los rebozados.

Dietas de restricción o eliminación.

La DA está relacionada en una importante proporción de casos (más del 33%) con alergias y puede ser el principio de la llamada marcha atópica, que acaba con rinitis alérgica y asma. Esto es así, sobre todo, en bebés y niños pequeños.

Cuando aparece en adultos, la concurrencia con alergias es poco significativa.

Cabe aclarar que no es una alergia y parece estar más cerca de las enfermedades autoinmunes, aunque su clasificación aún no está consensuada.

Las evidencias de la relación entre la DA y las alergias e intolerancias alimentarias van en aumento y ya se sabe que hay productos que tienen más probabilidades de producirlas.

Hay alergias que son muy evidentes y fáciles de detectar, pero otras resultan casi imposibles de concretar, como ocurre también con las intolerancias, ya que la reacción se distancia del momento de consumo, dificultando el diagnóstico.

La esperanza de que una dermatitis atópica esté directamente producida por una alergia o intolerancia y de que, eliminada la causa, la DA desaparezca, puede llevar a dietas de restricción de alimentos. Es un error que podría empeorar la salud en general y que no debes plantearte en el caso de bebés y niños.

Si hay una sospecha de alergia o intolerancia, coméntalo con tu médico, que será el que te indique la mejor manera de actuar y quien te derive al especialista si fuera necesario.

Por otro lado, y siempre con el sentido común y la salud como guías, si sospechas de un alimento, haz una prueba para confirmar tus sospechas o descartar la posibilidad, restringiendo su consumo durante un tiempo (entre una y dos semanas) e incorporándolo de nuevo a tu dieta, para ver si hay cambios:

  • Puedes apreciar una mejora cuando lo dejas.
  • Puedes notar un empeoramiento cuando lo reincorporas.

Comenta tus observaciones con el médico, ya que le orientarán.

Este tipo de restricciones temporales y muy puntuales son de gran ayuda para detectar alimentos que puedan sentar mal en el sentido que sea, ya que, como hemos comentado, a veces hacerlo es difícil. Pero deben ser temporales y puntuales.

No elimines alimentos de tu dieta o la de tu hijo esperando milagros o siguiendo modas muy difundidas pero con ningún fundamento científico. Puede ser muy peligroso.

Llevar un diario en el que apuntes lo que comes y cómo te sientes también facilita la detección de posibles problemas con las comidas y con otros desencadenantes.

  • Apunta lo que comes y las cantidades sin dejarte nada: especias, sal, salsas, bebidas, condimentos, azúcar… Apúntalo todo sistemáticamente.
  • Apunta también todas las condiciones ambientales (temperatura, humedad, etc): te servirá para detectar otras causas o agravantes de tus brotes que quizá hayas pasado por alto.
  • Lleva un registro detallado del estado diario de la piel y los cambios que aprecias.
  • Cuando detectes una pauta, estudia tus notas para sacar conclusiones, pero no te precipites: haber tomado huevo dos días y tener digestiones pesadas no te permite deducir una relación de causa/efecto. Tienes que tener todos los factores en cuenta y confirmar los datos.

Los diarios son pesados de llevar, porque hay que ser muy constante y minucioso, pero suponen una herramienta magnífica: tienes un registro de todo, tu sentido de la observación se agudiza y proporciona información muy valiosa al médico de cabecera o al pediatra.

  • Recuerda: no saques conclusiones precipitadas.

Dietas de moda.

Mejores alimentos para piel atópica.

Cada cierto tiempo irrumpe en nuestro entorno una dieta que promete resultados impactantes en nuestra vida y nuestra salud.

Estas dietas suelen propagarse como la pólvora gracias al marketing, pero tienen soportes científicos dudosos o sesgados, y algunas han demostrado ser peligrosas.

No dejes el gluten si no eres celíaco o intolerante. Puedes reducir su ingesta, porque está muy presente en nuestra vida diaria y quizá pequemos de exceso de consumo del mismo, pero eliminarlo sin razones claras no tiene sentido.

No suprimas completamente los carbohidratos, las proteínas o cualquier otro elemento que nuestro organismo necesita para cumplir con sus funciones y estar sano.

El equilibrio y la moderación son los mejores consejeros.

Si quieres emprender cambios drásticos en tu alimentación consulta con el médico y sigue sus directrices.

Por descontado que está absolutamente contraindicado someter a los niños a este tipo de dietas sin razones de peso y el aval de un profesional.

Alimentos desaconsejados.

  • Ante alergias o intolerancias diagnosticadas hay que eliminar los elementos que las provocan de forma radical.

Es más, en muchas ocasiones tendrás que evitar el llamado «contacto o contaminación cruzados», para que ni una molécula del alérgeno entre en contacto con cualquier alimento que vaya a tomar quien tenga la alergia. Esto significa que si alguien es alérgico al huevo, no solo no debe comerlo, sino que nada de lo que ingiera puede estar o haber estado en contacto con huevos: ni su ensalada, ni su pan, ni sus cubiertos, ni sus platos… ; que deberá asegurarse de que no haya restos de huevo en el lavavajillas o lavar el menaje que use aparte, con un estropajo que no comparta con nadie más de la familia. Tu médico o pediatra te informará de todas las medidas a tomar y las cuestiones a tener en cuenta.

Los principales alérgenos alimentarios son:

    • La leche de vaca y todos los lácteos.
    • Los huevos.
    • El marisco.
    • El pescado (a todo el pescado o a uno o varios tipos).
    • Los frutos secos.
    • Las frutas: algunas son muy alergénicas y otras no lo son en absoluto.
    • Algunas verduras u hortalizas, como el tomate o el pepino.
    • Los cereales.
    • Los conservantes y colorantes no naturales usados en la elaboración de alimentos enlatados, precocinados o preparados.

Dado que la dermatitis atópica provoca una importante inflamación en las zonas de la piel dañadas, es importante eliminar de nuestros menús todos aquellos productos que puedan contribuir a exacerbarla.

  • Azúcar.

Es un importante inflamatorio e inmunodepresor, y son muchos los estudios que dejan patentes todos los perjuicios que provoca en la salud, más allá de la obesidad y la diabetes: altera y degrada la flora intestinal, permeabilizando las paredes del intestino y permitiendo que numerosos patógenos accedan al torrente sanguíneo; afecta al cerebro, incrementando la posibilidad de desarrollar alzheimer y otras demencias y encogiéndolo, literalmente; está asociada a varios cánceres y la lista podría alargarse.

El problema es que es adictiva, ya que produce en el cerebro reacciones similares a las de los opiáceos, incluyendo los cambios de humor, la irritabilidad por la abstención y la necesidad compulsiva de ingerirla. De hecho, parece que los fármacos para dejar de fumar ayudan a dejar también la dependencia del azúcar.

Alimentos malos para piel atópica.

Los edulcorantes artificiales no son un sustituto recomendable, según avalan también una cantidad nada despreciable de estudios.

Cuando vayas a usarla, sustitúyela por miel o azúcar morena de calidad: la mayoría de las mieles industriales están adulteradas con jarabes (más azúcar) y no existe la obligación de declararlo en la etiqueta; y el azúcar moreno puede no ser tal, sino azúcar refinada teñida.

Lo mejor es eliminar el azúcar y cualquier posible sustituto del tipo que sea, y dejar su consumo para ocasiones esporádicas.

La estevia es otra opción, pero no sirve la que venden en los supermercados envasada en sobrecitos, ya que es, básicamente, una mezcla de edulcorantes con un bajísimo porcentaje de estevia. Elige estevia natural, comprada en herbolarios, y hazla como una infusión. Su poder edulcorante es mucho mayor que el del azúcar, pero no aporta calorías y ayuda a los diabéticos a controlar el azúcar en sangre.

Se hacen campañas contra la estevia en las que se afirma que es tóxica. No es cierto, ya que habría que consumir ingentes cantidades para provocar toxicidad, y eso le ocurre a cualquier sustancia, incluida la propia azúcar.

Son incontables las personas que, después de suprimir el azúcar de su dieta y su vida, reportan mejorías espectaculares en múltiples y muy diversos problemas de salud: desaparecen dolencias inflamatorias, cansancio crónico, problemas de memoria y concentración y un larguísimo etcétera.

Es cierto que el cuerpo, y especialmente el cerebro, necesita azúcar para un correcto funcionamiento, pero lo obtiene naturalmente y en cantidades suficientes de la fruta, la verdura y de los hidratos de carbono.

El azúcar es casi omnipresente en nuestra dieta, así que hay que detectarla: si pones atención, te sorprenderá comprobar que, realmente, está por todas partes. Los refrescos, las bebidas energéticas y los zumos envasados son, básicamente azúcar. Pero es que se incorpora a casi todos las comidas preparadas y enlatadas, al pan, al jamón y los embutidos, a los alimentos presuntamente saludables como los yogures, … Cuanto más arriba aparezca en la lista de ingredientes de un producto, más cantidad de azúcar contiene este (por ejemplo, hay chocolates que tienen más azúcar que cacao).

Controla el consumo de azúcar de tu hijo con DA y es posible que notéis una franca mejoría.

  • Harinas refinadas.

No aportan nutrientes y alteran las funciones metabólicas, hormonales y cerebrales.

El trigo tiene un demostrado efecto opiáceo, llegando a provocar síndrome de abstinencia en ocasiones.

Alteran la microbiota intestinal, los índices de insulina y son inflamatorias.

  • Grasas saturadas. 

Presentes en las carnes rojas y los lácteos, principalmente. Producen inflamación, así que limita su uso y elimínalas cuando se presenten los brotes.

Se distinguen a ojo porque, a temperatura ambiente, presentan un estado sólido. Así, el aceite de coco y el de karité son grasas saturadas, como lo es la mantequilla.

  • Grasas transaturadas (o trans).

Tienen efecto inflamatorio y degradan la flora intestinal. Están presentes en margarinas, comidas procesadas, dulces industriales…

  • Alimentos procesados y comidas rápidas. 

Suelen llevar ingredientes totalmente desaconsejados, por sus posibles efectos: azúcares, conservantes y colorantes potencialmente alergénicos e irritantes, inflamatorios y que también alteran la flora intestinal, degradándola.

  • Alcohol.

Modifica el procesamiento normal de nutrientes en el organismo, produciendo un desequilibrio patente: los temblores y el cansancio se producen porque provoca hipoglucemia; el dolor de cabeza, porque altera el funcionamiento de los riñones originando deshidratación. Además, es inflamatorio y de marcado efecto depresivo.

Finalmente, puede interferir con algunos tratamientos, por lo que está totalmente contraindicado mientras estos duren.

  • Excitantes.

Como el café, el té, el cacao, cualquier producto hecho con ellos, las bebidas energéticas…

  • Conservantes y colorantes que no sean de origen natural. 
  • Vinagre, salsas envasadas, aliños y condimentos artificiales. 

Vigila la composición de las salsas que compras ya hechas, porque suelen llevar muchos ingredientes potencialmente alergénicos y/o inflamatorios, además de azúcar.

Es mucho mejor utilizar vinagre de manzana que vinagre de vino, o sustituirlo por limón.

Alimentos aconsejados

Beneficios alimentación piel atópica.

Aunque la lista anterior te parezca larga y muy restrictiva, en realidad te permite comer todo tipo de productos de origen natural.

Tienes que tener en cuenta cualquier alergia o intolerancia a la hora de sumarlos a tu dieta.

  • Frutas, verduras, frutos secos, cereales y legumbres.

Ricos en vitaminas, minerales, ácidos grasos, antioxidantes y fibra, ayudan a la recuperación de la piel y sus funciones, restableciendo el equilibrio de la flora intestinal y la microbiota cutánea.

Acostúmbrate a añadir frutos secos a los ingredientes de tu cocina diaria, tu piel y tu cuerpo lo agradecerán y, entre otros muchos beneficios, aportan ácidos vegetales.

Las verduras frescas y crudas son muy recomendables y puedes hacer ensaladas de todo tipo con ellas, incorporando cereales como el arroz, fruta, frutos secos y semillas, cambiando el tipo de aceite y aliñándolas también con especias y hierbas naturales, frescas o ya secas.

Los productos de temporada y de cercanía satisfacen todas las necesidades nutricionales del organismo y suelen tener precios más asequibles.

  • Pescado y marisco.

El pescado azul es una fuente natural de ácidos grasos omega 3 y 6, imprescindibles para la salud de todo el cuerpo y la de la piel dañada. El cuerpo no produce este tipo de ácidos y necesitamos obtenerlos a través de la alimentación.

Cuando puedas, elige pescado o marisco salvaje, en vez del criado en piscifactorías.

Tanto el pescado blanco, como el azul y los mariscos, aportan proteínas, vitaminas y minerales.

Si te gusta comerte la piel del pescado estás de suerte: contiene colágeno y ayudará al restablecimiento de tu piel.

  • Carnes y huevos. 

No se debe abusar de las carnes en general, y hay que controlar y limitar la ingesta de carnes rojas.

Es mejor que comas menos carne pero de calidad.

La carne de ave es más ligera y a los niños suele gustarles mucho.

Aportan proteínas, vitaminas, minerales y aminoácidos esenciales.

Limita el consumo de embutidos y busca los que no contengan azúcar o conservantes químicos.

Los huevos son una magnífica fuente de proteínas animales en la dieta. Hace ya tiempo que se han desmontado los mitos sobre los peligros de abusar de ellos. Si puedes, cómpralos de granja o ecológicos.

  • Aceites vegetales y esenciales. 

Las bondades de los aceites vegetales son numerosas:

    • Son antiinflamatorios.
    • Son antioxidantes.
    • Aportan minerales, vitaminas y ácidos grasos poliinsaturados.
    • Mejoran la absorción de vitaminas liposolubles, imprescindibles para la salud de la dermis.

Por su parte, los aceites esenciales pueden ser :

    • Antiinflamatorios.
    • Antibacterianos.
    • Calmantes y analgésicos.
    • Antioxidantes.
    • Desintoxicantes.
    • Reequilibrantes

¡Precaución con los aceites esenciales! 

    • No todos son aptos para el consumo. 
    • Utiliza siempre cantidades pequeñas, (unas cuantas gotas) en crudo, y mézclalo con aceites vegetales o salsas antes de incorporarlo a los alimentos, no lo hagas directamente.

Añadirán un toque diferente a tus comidas.

  • Plantas medicinales y especias.

Especias y alimentación piel atópica.

Puedes tomarlas en infusión, añadirlas a los platos cocinados y a las ensaladas.

Acostúmbrate a usar especias y hierbas a la hora de cocinar: descubrirás nuevos matices y tu piel lo notará. Los efectos de las especias en la salud son mucho mayores de lo que imaginamos.

Poseen múltiples propiedades y ayudarán a tu piel desde dentro.

Encontrarás información más detallada y un listado de muchas de ellas en este artículo: Estrategias cotidianas para aliviar el picor de la dermatitis atópica.

  • Alimentos ricos en probióticos. 

Mejoran y protegen la flora intestinal, afectando así a la salud de todo el organismo.

Los yogures naturales sin azúcar (los de verdad, no los que normalmente se encuentran en supermercados y tiendas de cercanía), el kéfir, los encurtidos no pasteurizados, es decir, fermentados naturalmente (como las aceitunas, los pepinillos, las alcaparras que no estén pasteurizados, insistimos) y el pan de masa madre (el de verdad, de toda la vida, no lo que nos venden ahora como tal y que lleva muchos otros ingredientes innecesarios), son algunos de los alimentos ricos en probióticos y fáciles de encontrar.

Intenta comer con tranquilidad, masticando bien, disfrutando de cada bocado y haciendo de tus comidas momentos de relax: recuerda que el estrés es uno de los principales enemigos de la piel atópica.

Es mejor que hagas comidas ligeras y más frecuentes.  Acostúmbrate o acostumbra a tu hijo a hacer el almuerzo y la merienda diariamente.

Saltarte la dieta puntualmente no tiene porqué suponer un problema, siempre que no abuses y que no lo hagas si estás en pleno brote.

Sofia

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