Si tu bebé tiene dermatitis atópica (DA), no tenemos que contarte en qué medida afecta a su vida y a la de toda la familia.
Seguramente vives pendiente de un montón de pequeños detalles, para evitar empeorar la piel de tu hijo y, cuando tiene un brote especialmente virulento, te preguntas qué más puedes hacer para devolverle la tranquilidad, porque el picor le desasosiega y le impide descansar y dormir. ¡Y no solo a él!
Déjanos ayudarte haciendo un repaso por la dermatitis atópica y proponiéndote estrategias y trucos para mejorar la calidad de vida de tu bebé y de la familia.
En los siguientes artículos puedes encontrar información complementaria para los cuidados de las pieles atópicas:
Remedios útiles para la dermatitis atópica.
Estrategias cotidianas para aliviar el picor de la dermatitis atópica.
Guía de alimentación para la dermatitis atópica.
Las mejores cremas para la dermatitis atópica.
Qué es la dermatitis atópica y por qué tu bebé la tiene
La piel es el órgano que nos conecta con el exterior y, a la vez, nos protege de las agresiones provenientes de este. Es, literalmente, una barrera entre nuestro organismo y nuestro entorno.
Está conformada por tres capas o estratos:
- La epidermis.
Es la capa exterior, semipermeable, que está constituida básicamente por queratinocitos, células epiteliales que se crean en la base de la epidermis y que van migrando hacia el exterior, en un ciclo continuo, hasta que «mueren», dando lugar a la capa córnea. Finalmente, se desprenden.
En la epidermis están también los melanocitos, células encargadas de la producción de melanina, que es la sustancia que nos protege de la radiación solar; las células de Langerhans, que constituyen la primera línea del sistema autoinmune, y las células de Merkel, que parecen estar implicadas con el sistema nervioso.
La capa córnea forma una película plana de células cohesionadas cuya integridad es fundamental para que la función de barrera de la piel sea efectiva.
Cuando la capa córnea se deteriora, la piel queda expuesta a los patógenos exteriores, y pierde humedad y lubricación, volviéndose seca, frágil y vulnerable.
- La dermis.
Es la segunda línea de defensa de la piel.
Se sitúa inmediatamente por debajo de la epidermis y está conectada a esta firmemente.
Más gruesa que la epidermis, es la encargada de nutrirla, ya que tiene riego capilar, nervios, folículos pilosos y glándulas sebáceas y sudoríparas, elementos de los que carece la epidermis.
Es rica en colágeno y elastina, que proporcionan a la piel resistencia y elasticidad.
- La hipodermis.
Constituida en su mayor parte por adipocitos, las células encargadas de acumular grasa, que juegan un papel primordial en la regulación de la temperatura y la protección del organismo.
La piel de los recién nacidos y de los bebés tiene que hacer la transición de un medio acuoso a un medio seco, es más frágil y carece de un sistema de defensas plenamente funcional, por lo que está más expuesta a ser afectada por agentes externos.
Las causas de la DA no están claras. Se sabe que es una afección multifactorial en la que juegan un papel determinante los componentes hereditarios, genéticos y ambientales.
Los niños cuyos padres padecen o han padecido piel atópica, tienen entre un 30 y un 40% más de probabilidades de desarrollarla. También los antecedentes familiares de asma y rinitis alérgica parecen marcar una tendencia para desarrollar piel atópica.
Por otro lado, se sabe que hay una o varias mutaciones genéticas implicadas en el debut de la enfermedad.
Pero hace falta el concurso de factores externos para que esta, finalmente, se manifieste. Es decir, que el entorno juega un papel preponderante en la aparición de la dermatitis atópica.
En la dermatitis atópica se produce un deterioro de la barrera cutánea, haciéndola permeable a agentes exógenos, permitiendo que la piel pierda agua y sebo y provocando reacciones inflamatorias y autoinmunes.
Síntomas y diagnóstico
Los principales síntomas de la piel atópica en bebés:
- Aparece a partir del segundo o tercer mes de vida en el cuero cabelludo, la cara y los pliegues de las orejas, con inflamación, exudación y/o aspecto de costra engrosada, amarillenta o parduzca. La costra láctea (costra blanca o amarillenta que se presenta en el cuero cabelludo de los lactantes y que normalmente desaparece sola) sin otra sintomatología no es indicativa de DA.
- La piel presenta parches escamosos de extrema sequedad, rojez, irritación y/o inflamación en el tronco, las extremidades o la zona del pañal, que también pueden tener un color diferente al de la piel no afectada o supurar.
- Cursa por brotes, y entre estos hay etapas de mejoría que puede ser, aparentemente, total.
- El picor es intenso, constante, y empeora por las noches, provocando llanto y desazón en el bebé, impidiendo que descanse e introduciéndole en un círculo vicioso de picor-falta de descanso-irritación /estrés que lleva a una reacción más exacerbada ante el picor, que dificulta más el descanso… Por eso es importante atajar los brotes en cuanto se detectan.
- Cuando tu hijo empiece a coger objetos, sus manos pueden comenzar a presentar eccema.
- La piel es extremadamente sensible y reactiva ante los estímulos externos.
- Un factor determinante es el tiempo: si las lesiones desaparecen en poco tiempo, es muy posible que no se trate de una dermatitis atópica.
La incidencia de la dermatitis atópica en países del llamado primer mundo y en entornos urbanos es mucho mayor y sigue en aumento, lo que hace pensar que tanto la contaminación como el exceso de limpieza y asepsia están ayudando al incremento de las alteraciones cutáneas.
Pese a ser una enfermedad especialmente difícil para los bebés y su familia, no es grave ni contagiosa y suele tener un buen pronóstico: tiende a mejorar con el paso del tiempo, llegando a hacerse leve o desaparecer, a partir de la adolescencia, en un número muy significativo de casos.
Es importante que des al médico toda la información que tengas, te parezca o no relevante, ya que el diagnóstico es clínico, lo que significa que no es necesario realizar pruebas ni analíticas, sino que se elabora a partir de los síntomas descritos, la observación y descartando otras posibles patologías cutáneas.
Según los antecedentes familiares y las características que presente tu hijo, el pediatra puede remitirlo a un especialista o pedir alguna prueba para descartar alergias o intolerancias alimentarias, que están presentes un porcentaje importante de casos de DA.
Tratamientos: cuándo y cómo
Siempre que hay un diagnóstico de dermatitis atópica, tiene que haber un médico que prescriba y supervise los tratamientos.
En el caso de un bebé, es condición sine qua non, porque los bebés son especialmente frágiles, están indefensos (tanto que no pueden ni rascarse, si son muy pequeños) y no pueden expresar lo que les ocurre más que con llanto.
Es primordial intervenir en cuanto aparecen los brotes, para evitar que se agudicen y acortar su duración.
No utilices ningún medicamento o remedio con tu hijo sin supervisión facultativa. Los medicamentos indicados para la DA pueden tener efectos secundarios en un bebé o pueden no ser adecuados para él, por muy buenos que resulten a otras personas.
Un profesional con experiencia será de gran ayuda y te dará la seguridad que necesitas para afrontar la enfermedad de tu hijo de la mejor forma.
Cuéntale al pediatra todo lo que observes, incluso las sensaciones que tienes sobre lo que puede estar sintiendo tu hijo, lo que crees que le incomoda más… serán datos muy valiosos para él y para vosotros.
Muchos padres llevan un diario que les ayuda a percibir pautas y mejorar el cuidado de sus hijos.
Pregunta al médico lo que necesites saber. Haz una lista de preguntas y dudas para no olvidar nada cuando vayas a la consulta.
Tu médico es tu mejor apoyo.
El tratamiento adecuado lo indicará en función de la gravedad de la afección de tu hijo, el ritmo de sus brotes y su propia experiencia.
Aquí vamos a hacer un somero repaso de los tratamientos más comunes, a título meramente orientativo.
Ten en cuenta que el tratamiento puede cambiar de un brote a otro, porque la forma en que se manifiestan y su intensidad varían mucho en un mismo individuo.
Corticoides o coriticoesteroides tópicos
Se utilizan por su potente acción antiinflamatoria y su capacidad para conseguir mejoría en poco tiempo. No tratan la enfermedad, sino los síntomas, pero son una gran ayuda.
En el caso de bebés, tienen que estar siempre recetados y debes seguir las instrucciones al pie de la letra.
Es posible que oigas muchas cosas sobre los corticoides: si te surgen dudas o preguntas, háblalo con el pediatra y fíate de él.
Los corticoides son seguros, alivian y mejoran mucho la piel, pero hay que controlar la concentración, las dosis y la duración del tratamiento.
Inmunomoduladores tópicos
Regulan la respuesta del sistema autoinmune, intensificándola o rebajándola.
Dado que el sistema autoinmune de los bebés no está todavía desarrollado, el uso de cualquier medicamento que le afecte tiene que ser evaluado y supervisado por un profesional de la salud.
Bajo control médico son absolutamente seguros y efectivos.
Antibióticos, antivíricos y antifúngicos
No son tratamientos para la dermatitis atópica, pero sí para las infecciones de piel derivadas de esta.
El rascado erosiona la piel y facilita el acceso a virus, bacterias y hongos, que pueden provocar sobreinfecciones cutáneas que, además, intensifican el picor y la incomodidad.
Si sospechas que la piel de tu bebé está infectada, tienes que acudir al médico, que recetará el tratamiento adecuado tras determinar la causa concreta.
Otros tratamientos
Existen tratamientos más potentes, para casos graves, pero no suelen utilizarse en bebés o niños pequeños: cuando se hace, es de forma excepcional y bajo un muy estricto control mediante analíticas y pruebas periódicas, por sus posibles efectos secundarios.
Afortunadamente, en la mayoría de los casos los tratamientos mencionados son suficiente.
Todo lo que tienes que tener en cuenta para mejorar la vida de tu bebé
Son muchas las cosas que puedes hacer para mejorar la calidad de vida de tu hijo, acortar los brotes y distanciarlos en el tiempo.
Debes poner especial atención y empeño en aliviar o eliminar el picor, lo que mejorará mucho su estado de ánimo, favorecerá su descanso y sus ritmos de vida.
Cuidados diarios
La piel de tu niño necesita cuidados diarios para mantenerse lo más sana posible y estar protegida: tiene que estar limpia e hidratada.
- Es muy importante que mantengas sus uñas siempre cortas y bien lisas, para evitar que se haga daño si se rasca.
- Si la piel de tu hijo debe estar limpia para evitar brotes causados por patógenos, el exceso de higiene puede dañar su piel, deteriorando su barrera protectora y haciéndola más vulnerable. Es importante no pasarse con la limpieza, usar pocos productos, que sean neutros o ligeramente ácidos, y aplicarlos sin restregarlos.
- Puedes bañarle a diario, siempre y cuando lo hagas en agua templada (32º-34º) y durante no más de 15 minutos.
- Prescinde de la esponja y lávale con tus manos, con mucha suavidad.
- Utiliza jabones o geles específicos para bebés con piel atópica, y aplícalos a diario solo en la zona del pañal: si no le enjabonas el cuerpo entero en cada baño, ayudarás a mantener el equilibrio bioquímico y el pH de su piel.
- El baño puede ser un momento de relax y también una forma ideal de aplicar tratamientos no médicos, como sal, vinagre de manzana, lejía, etc.
- Sécale con una toalla de algodón, envolviéndole en ella y presionándola levemente contra su cuerpo.
- Justo después del baño, ponle crema hidratante en abundancia, pero no en exceso, para no incomodarle.
- Calienta la crema frotándola con tus manos antes de aplicársela.
- Prueba las cremas hidratantes antes de extenderlas por todo su cuerpo, y espera un poco para comprobar que no le irrita, duele o pica. Recuerda que tu bebé no puede decirte cómo se siente y tú tienes que estar pendiente para descubrirlo.
- Es posible que necesites diferentes texturas para las emulsiones que utilices, en función del estado de la piel de tu hijo, la hora del día o la época del año. l
- Aplícale crema al menos dos veces al día -incluso cuando esté asintomático y parezca no necesitarlo-, o tantas como sea preciso para mantener su piel hidratada, suave y cómoda.
- Si tiene un tratamiento tópico, pónselo antes de la emulsión y espera a que la piel lo absorba.
- Su ropa debe ser de tejidos naturales, suelta y cómoda. Ten en cuenta que cualquier roce o tela demasiado apretada puede incrementar su picor. Comprueba que la ropa que está en contacto directo con su piel, es de algodón 100%.
- El calzado debe ser de piel o de telas que traspiren.
- Busca pañales y toallitas sin químicos, o especiales para pieles atópicas.
- Cámbiale el pañal con frecuencia para evitar irritaciones.
- No le pongas colonia nunca.
- Paséale a diario, por zonas despejadas y sin contaminación. Siempre es mejor pasear por un parque que por la ciudad.
- Ponle protección solar siempre que le saques a la calle (después de la crema hidratante), y si hace mucho sol, usa una sombrilla y un sombrero o gorra.
Vamos a la cama
Por la noche el picor se incrementa, impidiendo a tu hijo conciliar bien el sueño, despertándole con frecuencia y rebajando mucho la calidad de su descanso y el de toda la familia.
A la hora de dormir, lo ideal es establecer un ritual que relaje a tu bebé y le prepare para el sueño.
- Sus pijamas tienen que ser de algodón, y sus sábanas, mantas, colchas, etc. deben ser suaves y de algodón, 100% o con un alto contenido de este.
- Nunca uses tejidos de o con lana.
- Asegúrate de que la temperatura y la humedad de la habitación son las adecuadas.
- No lo abrigues demasiado.
- Dale un baño antes de meterle en la cama. El baño suele ser muy relajante, porque en el agua la piel no pica y se calma.
- Después ponle la hidratante sobre la piel un poco húmeda, para que se absorba mejor.
- Aprovecha la noche para ponerle una crema más untuosa, que le nutra bien la piel.
- Si tu bebé se rasca mucho por la noche, produciéndose heridas, puedes ponerle unas manoplas de algodón para dormir. No sirve ningún otro material, porque si le sudan las manos se le pueden irritar, convirtiendo la solución en un problema mayor.
- Los bebés tienden a rascarse como pueden: frotándose contra la ropa de cama, las paredes de la cuna, los sonajeros, juguetes, baberos… Vigila que ninguno de esos objetos pueda hacerle heridas y, si hace falta, ponle protección acolchada (incluso en la sillita de paseo y en la del coche).
El entorno
Puesto que la DA necesita de uno o varios factores externos desencadenantes para manifestarse, el entorno va a jugar un papel esencial en los cuidados básicos de tu bebé.
- Mantén la temperatura y la humedad en niveles medios: el exceso de calor o frío, de sequedad o humedad, pueden originar brotes o empeorarlos. Si lo necesitas, instala humidificadores o calentadores de aire.
- Ventila la casa a diario, aunque sea durante 5 minutos.
- Ten la casa limpia. Es mejor que uses aspirador, para quitar polvo, pelos, ácaros y otros posibles desencadenantes.
- Utiliza jabones y detergentes neutros para la limpieza de tu hogar.
- No uses lejía, amoniaco ni otros productos químicos potencialmente irritantes o alergénicos.
- No utilices ambientadores ni insecticidas, y si lo haces, nunca en spray.
- Intenta que las telas de tapicerías, cojines, cortinas, etc. sean de tejidos naturales como algodón, o tengan un porcentaje elevado de estos.
- Observa si tu hijo mejora o empeora con el frío o el calor. Esa información te será muy útil para hacer su entorno más agradable.
- Lava su ropa con detergentes neutros o especiales para la piel atópica y dale un aclarado extra para eliminar cualquier resto de jabón.
- No uses suavizante ni lejía para la ropa.
- Lava siempre las prendas nuevas antes de usarlas.
- También los gorros de invierno y los guantes o manoplas tienen que ser de algodón preferiblemente, y nunca de lana o de mezclas que contengan lana.
- A veces no son los tejidos o los materiales los que producen reacciones, sino los tintes y colorantes.
- Asegúrate de que las costuras de la ropa y el calzado no le rozan.
- Los baberos tienen que ser de algodón y sin plásticos.
- Las mascotas pueden afectar a la piel de tu hijo, así que tenlo en cuenta a la hora de decidir tener una en casa. Si ya la tienes, comprueba que no le afecta, provocándole brotes o empeorando estos.
- El estrés es un factor determinante tanto en el debut de la DA como en la aparición de brotes y su frecuencia. Proporciona a tu hijo un entorno tranquilo y estable para mejorar su calidad de vida. Por supuesto, es importante que eso os lo apliquéis también los adultos: si estáis tensos o cansados vuestro hijo lo notará y su piel lo reflejará. Un bebé feliz es un bebé con más recursos para estar sano.
Tú y el resto de personas alrededor de tu hijo formáis parte de su entorno, así que tenéis que cuidar algunos aspectos:
- Lavaos las manos antes de cambiarle, lavarle y, en general, tocarle. Piensa que un resto de lavavajillas, por ejemplo, puede causarle irritación y picor.
- Quitaos joyas y bisutería que puedan arañarle accidentalmente.
- Vigilad para cercioraros de que ninguno de los jabones o cosméticos que uséis tú, tu pareja, o cualquier otro miembro de la familia, le producen irritación o picor.
- Tu bebé entra en contacto con tu ropa y la de quienes conviven con él, y esta también puede causar reacciones en su piel.
- Lo mismo reza para las colonias, perfumes, after shaves, etc.
- También vuestras uñas deben estar lisas y no demasiado largas: un roce o un arañazo sin importancia pueden producir mucho dolor en la piel atópica de tu hijo.
Despejando posibles dudas
¿Puedo evitar que mi hijo tenga dermatitis atópica?
La DA se puede dar en cualquier niño, aunque los que tienen antecedente familiares de atopia o alergias parecen ser más propensos.
Dado que todavía no se conocen bien las causas de esta enfermedad, evitarla es imposible, pero sí hay algunas cosas que puedes hacer para intentar prevenir su aparición o, si pese a todo la enfermedad se presenta, hacer que sea más leve.
- Hay evidencias claras de que la lactancia materna disminuye las probabilidades de desarrollar piel atópica. Lo ideal es que des el pecho a tu bebé un mínimo de 4 meses, pero si puedes alargarlo al menos hasta los ocho, mejor.
- Hidrata la piel de tu hijo dos veces al día, sin esperar a que aparezca algún signo de sequedad o erosión. Estudios realizados en diferentes países, muestran que los bebés cuya piel se ha hidratado diariamente han reducido el riesgo de desarrollar dermatitis atópica en un porcentaje significativo de casos.
- Informa al pediatra de los antecedentes e introduce los alimentos sólidos poco a poco, siguiendo las pautas que te marque.
¿Puede mi hijo hacer vida normal?
Por supuesto que sí. Por suerte, la enfermedad afecta solo a su piel.
De hecho, si tiene picores, cuanto más entretenido esté más se distraerá de estos y menos se rascará.
Solo si el médico te lo indica, en momentos puntuales, tendrás que cambiar pautas en la vida de tu hijo.
¿Qué pasa con la alimentación?
Como ya hemos mencionado, lo mejor es la lactancia materna e ir añadiendo alimentos poco a poco, según te lo vayan marcando el pediatra o la matrona.
Solo si el médico lo ve indicado, tras estudiar el caso de tu hijo y sus antecedentes, será necesario realizar pruebas de alergia, controlar especialmente la incorporación de algunos alimentos o instaurar una dieta de restricción temporal.
¿Puedo llevarle a la playa y a la piscina?
¡Por supuesto que sí!
Normalmente, el clima de la costa y el sol suelen sentar muy bien a la pieles atópicas. Eso sí, tienes que seguir algunas pautas:
- Protege la piel de tu hijo del sol constantemente, siempre después de la hidratación.
- Los niños menores de 6 meses no deben estar expuestos al sol. Los niños de más de 6 meses tomarán el sol siguiendo las instrucciones del médico. En general, deben estar a la sombra, con sombrero o gorra, y tomar el sol durante períodos breves de tiempo, en las horas menos peligrosas del día.
- Los baños de mar suelen mejorar mucho la DA.
- Las piscinas no están contraindicadas, pero observa que tu hijo no empeore, porque la proporción de cloro y otros elementos varía de unas piscinas a otras, y la sensibilidad de la piel de tu niño también cambia.
- Después de un baño en el mar o la piscina, aclárale muy bien con agua dulce, sécale suavemente y ponle crema hidratante y protección (¡¡¡sí, otra vez!!! El sol es un gran aliado de la piel, pero puede ser su peor enemigo).
¿Cuál es la mejor crema hidratante para la piel de mi hijo?
No hay una respuesta a esa pregunta: deberás encontrar la o las que mejor se adapten a él y a su piel.
La elección de una emulsión o hidratante depende de varios factores:
- El estado de la piel de tu hijo en cada momento y lo que tolere.
Como no puede hablar, tendrás que estar muy pendiente de cualquier indicio de molestia, picor o dolor. Lo que va muy bien a un niño puede estar contraindicado para otro, o puede dejar de ser lo mejor pasado el tiempo. Por eso tienes que aprender a interpretar a tu hijo, pero no te preocupes: lo harás sin esfuerzo.
- La hora del día, la época del año o el lugar en el que estéis.
Puedes aprovechar las noches para ponerle cremas más grasas; quizá en invierno tengas que ponerle cremas densas en la cara y las manos, para protegerle del frío; en las épocas en que su piel esté mejor necesitará cremas más ligeras; durante las vacaciones es muy posible que tengas que hacer algún ajuste en las rutinas de hidratación.
- Elige cremas con pocos ingredientes y pocos conservantes, mejor si son de origen natural .
¿Qué puedo hacer cuando se pone peor y está desesperado?
Hay muchos trucos que puedes usar. Te sugerimos algunos:
- Distráele, juega con él, sácale de paseo.
- Procura hacerle reír: la risa es un gran calmante y analgésico. Hacerle reír no es lo mismo que ponerle nervioso, así que ten cuidado, porque los nervios le harán sentirse peor.
- Dale un baño. Los baños son muy relajantes. Puedes añadir al agua sal marina, vinagre de manzana, lejía, infusiones o aceites. Haz una prueba antes de meterle en el baño, para asegurarte de que no le molesta, y aclara muy bien su piel cuando termines.
- Realiza con él actividades que le cansen, ya que le ayudarán a conciliar el sueño y dormir mejor.
- Si tiene edad para entender (y los niños entienden mucho y muy bien antes de lo que creemos los mayores), explícale que nunca debe rascarse para no empeorar, y ofrécele alternativas: puede rascar a su osito cuando tenga mucho picor; puede darse golpecitos suaves donde le pica; puede rascarse alrededor de la zona que le pica, si no está deteriorada.
- Establece rituales, de forma que, en cuanto empieces a realizarlos, tu hijo comience a sentirse mejor automáticamente.
- Proporciónale un entorno tranquilo y agradable.
- Cuando duerma, intenta que nada le despierte, para que aproveche bien los momentos de descanso y pueda tener un sueño profundo y reparador.
¿Mejorará la piel de mi hijo?
Las probabilidades de que lo haga son muy altas, y si le cuidas y le mantienes bien hidratado, estás aumentándolas significativamente.
Sé paciente y constante, y verás resultados.
A medio y largo plazo, el pronóstico suele ser bueno: la DA tiende a suavizarse con la edad y, en muchos casos, llega a desaparecer completamente en la edad adulta.